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LA SIRGA, LAS SIRGUERAS Y LAS CARGUERAS DE LA RÍA DE BILBAO

Excelente artículo de César Estornes.

LA SIRGA, LAS SIRGUERAS Y LAS CARGUERAS DE LA RÍA DE BILBAO

las mujeres de la sirga por la ría del Café Bar Bilbao

*Al Bilbao romántico y soñador con sus lechuguinos y sus damiselas de polisón, a nuestros abuelos que hacían el amor en el Campo Volantín, en el Paseo de los Caños y en el Arenal, todo esto perpetuado por el pintor Losada.*

El 19 de noviembre de 1787 en Erandio, los hermanos Diego,
José Antonio y Manuel Aguirre, eran conductores a la sirga con varias parejas de bueyes.
Estos hermanos reclaman a Juan Larrea e Isidro Ornes patrón y piloto lemanes de la nave que conducen,  noventa y ocho  y catorce reales de vellón, procedentes de los derechos de siete embarcaciones.
Piloto lemán era el encargado de la fijación de la ruta nautica.
Estos pilotos nombrados por el Consulado de Bilbao actuaban como lazarillos ayudando a entrar y salir de la barra de Portugalete a todos los barcos, la cuestión era salir o entrar sin ningún contratiempo.

En el  13 de diciembre de 1796 existe una escritura de obligación del Consulado de Bilbao por la cual Nicolás de Fano  y su mujer Catalina Arana pueden conducir las embarcaciones del puerto de Bilbao a la sirga, con las yuntas de bueyes necesarias por un tiempo de nueve años, bajo las condiciones fijadas.Todas las embarcaciones que bajen y suban a la sirga con sus yuntas de bueyes.

Los barcos pasaban la barra de Portugalete hacía el puerto de Bilbao, para llegar a los distintos muelles de la villa, tenían que sortear un sin fin de dificultades, las mareas y en concreto las bajamares,los churros, los arenales.
También tenían un servicio de bueyes de bajería militar.
Parece ser que su ámbito principal de actuación era Olaveaga en dirección a Bilbao. Estos son las primeras noticias de la sirga en la ría de Bilbao.
La ría eran yermos arenales(desde la barra de Portugales-Las Arenas) y dilatadas marismas, trece kilómetros desde el Abra hasta el puente de San Antón.
Arrastraban las embarciones con una cuerda o sirga, lo podían hacer yuntas de bueyes, hombres o mujeres que tiraban con fuerza en una ría de imposible navegabilidad.
Las cargueras subían la mercancía a los muelles de la Sendeja, el Arenal, Ripa, Uribitarte o el puente de San Antón.
En la ría existía el bajío o churro que era una elevación rocosa en el fondo del mar, sobre la cual se acumula arena o fango muy peligroso para la navegación, el churro del convento de San Agustín, de Olaveaga y Deusto.
En el año 1814 se prohibe que los barcos amarren en los árboles del Arenal, el atraque, amarre y desamarre ha de hacerse en los sitios indicados y lo mismo ocurría en la lengüeta de San Agustín.
En diciembre de 1857 subía a Bilbao a las dos y media la carroza de Portugalete arrastrada por la sirga y cerca del puente llamado de los Ocho Ojos se hallaban dos buques franceses fondeados con los calabrotes amarrados a tierra, que impedía el paso de la carroza, el primer buque francés arrió el calabrote para dejar paso, pero el otro no le imitó haciendo caso omiso, el carrocero Ignacio iba a soltar la amarra del buque francés cuando recibió un disparo en el costado, era una carga de perdigón menuda

El Campo Volantín antes de 1870, se puede ver la ría, la isla de Uribitarte
la casa de Juan Eustaquio Delmas., destruida en el asedio carlista a Bilbao.
Pedro Telesforo de Erauzquin, Museo Arqueológico e Histórico Vasco.

LA SIRGA
Muchas cosas hay en nuestro país y muy singularmente en el valle que habitamos que nos favorecen poco a los ojos de los forasteros  que las presencian y una de las que más nos avergüenza o cuando menos debe avergonzarnos es la sirga, practicada por el sexo que llamamos contrario y cuyo nombre es como un escarnio  aplicado a las infelices mujeres que se dedican a la sirga.
Esas hileras de desdichadas mujeres, muchas de ellas ancianas y no pocas enfermizas que desde Olaveaga a Bilbao  tiran de una maroma cuyo extremo se afianza en su pecho y sus hombros inclinando  el cuerpo para extremar el esfuerzo hasta el punto de que si la maroma falla, suele suceder muchas veces que caen de bruces al suelo, esa hilera de desdichadas mujeres haciendo el oficio de bestias, ofrece un espectáculo que entristece el alma y avergüenza al pueblo que lo consiente.
La costumbre que tenemos los bilbaínos de verlo, disminuye en nosotros ese efecto, pero a ojos de los forasteros puede ser testimonio de una gran falta de cultura y también una gran falta de corazón.
¿No habrá medios de evitar este triste y repugnante espectáculo que continua ofreciéndose a nuestros ojos?.
Mientras no haya otro medio de gabarraje, debe prohibirse y creemos que nuestras autoridades tienen facultades legales para ello.
En la ría de Bilbao las embarcaciones atracaban  a lo largo de toda la margen izquierda, para dejar libre de todo entorpecimiento la margen derecha que era por donde se arrastraban las gabarras y embarcaciones a la sirga, arrastradas desde tierra bien por yuntas de bueyes o personas. El poseedor de la contrata tenía la obligación de tener en todo momento un numeroso servicio de parejas de bueyes ante cualquier petición en la margen derecha de Olaveaga en dirección a Bilbao y en las canteras de Axpe.
Los conductores debían ser hombres que supieran leer y escribir  y mayores de 24 años.
Se entregaba la papeleta al boyero debidamente cumplimentada por el capitán del navío, se marcaban los kilómetros recorridos para saber cuanto cobrar por dicho servicio.
En el año 1865 la tarifa de arrastre por pareja de bueyes y kilómetro de ría recorrido 0,45 pesetas en ambos sentidos, ascenso y descenso. Si hay un  falso flete por parte del fletador(un desistimiento unilateral) 1,74 pesetas.
Una vez atravesada la barra de Portugalete las embarcaciones remontaban la ría contra marea, para poder gobernarlas bien se necesitaba la ayuda de un remolcador a vapor o arrastrados a la sirga por parejas de bueyes. En toda la ría existía un muro  sin interrupción desde Las Arenas a Bilbao.
Se llamaba el camino de la sirga las gabarras y embarcaciones gozaban de los mismos beneficios  que los buques de navegación.
Este servicio dependió del ingeniero del puerto y la contrata era a subasta.
En ese mismo año de 1865 Juan Cruz Artiach del comercio de Bilbao reclama daños y perjuicios a José Lecumberri por cortarle la sirga intencionadamente, tirada por seis hombres que conducían dos gabarras cargadas de trigo para la fábrica de la Isla.
En el año 1849 se deslindan los caminos de la sirga, de Bilbao a Portugalete, los muelles de la ría de la anteiglesia y los que pertenecen al Consulado de Bilbao.
Un año después del deslinde y amejoramiento del camino de navegación de la sirga en el tramo comprendido de Bilbao a las Arenas, frente a la universidad de Deusto se llamó el paseo de la Sirga en 1910. En el término de la Cava había un fielato de arbitrios que impedía el camino de la Sirga en 1886.
Vigilancia y denuncias en todos estos caminos , para que estuviesen limpios y expeditos, si alguien deterioraba el tramo del camino era multado y obligado a reparar el camino.
En el año 1852 se producen diligencias de apeo y deslinde del camino de la sirga.
También se encarga el cuerpo nacional de ingenieros de caminos canales y puertos , para la ejecución de obras de afirmado del camino de sirga de la ría en el año 1858.
Lo mismo ocurre prohibiendo usar el camino de la sirga para usos vecinales.

A principios de mil ochocientos todavía no se había concluido la carretera de Portugalete y la otra orilla se reducía a un camino de sirga que a su terminación era un estrecho paso abierto entre los arenales que las aguas cubrían con la marea.
Los viajes por mar entonces se hacían en carrozas, simples lanchones con una cámara a popa y arrastrando casi siempre a la sirga con parejas de bueyes y aveces también por la sufrida tripulación. A proa izaban una vela para aprovechar el viento y a falta de este había que manejar los remos.
También había que depender de las mareas, para salvar los churros de San Agustín, Deusto y Olaveaga, en el viaje a Portugalete se invertían cuatro horas.

La Sendeja 2 de mayo de 1892, procesión cívica
PedroTelesforo  Erauzquin, Museo Arqueológico e Histórico Vasco

LAS CARROZAS DE LA RÍA
Proponerse hacer un viaje hasta Portugalete en los año 1830 y 1840, era algo así como hacer un viaje a New York o Chicago.
No había más medios para realizarlo con relativa comodidad que la vía fluvial, utilizando las carrozas.
Que eran unas embarcaciones entre góndolas y trainera.
A popa se alzaba la vistosa camareta, capaz para unas ocho o diez personas de constitución muy robusta.
A proa se levantaba el gallardo mástil que servía para izar la vela si apuntaba la brisa.
El resto estaba ocupado por bancos para los remeros que oficiaban de tales, cuando el caprichoso Eolo se cansaba de soplar.
Pero ordinariamente y a todo evento era conducida a la sirga…. de la cual tiraba la sufrida tripulación desde la orilla, mientras que abordo se manejaba Ignacio, el gobernante.
¿Y quién era Ignacio?, pues el patrón más conocido en la carrera de Bilbao a Portugalete, con escala en Desierto-Erandio.
Ignacio Laca, más conocido por Ignacio el Carrocero, que era el que poseía la más capaz, veloz y mejor pertrechada de las carrozas en servicio y por consiguiente la más solicitada. era el recadista de confianza, el que traía o llevaba a la capital toda clase de encargos.
Enjuto de cuerpo y cara, con una sotabarba fue el verdadero tipo de marino curtido en la lucha con el proceloso elemento.
Que con denuedo surcó en sus mocedades realizando largas y penosas navegaciones.
Honrado a carta cabal fue también una verdadera autoridad como práctico de la ría.
Nadie como él sabía el agua que ocultaba los churros de San Agustín o la Botica Vieja y ninguno como él sabía sortear los peligros del playazo de Elorrieta o los bajos del Fraile que eran piedras situadas en Axpe, en este lugar hubo barcos ingleses varados o averiados entre 1831 y 1832, en el año 1844 en ese punto se colocó una baliza.
Había que sacar las mareas que correspondían en cada momento, no había tablas de mareas como ahora.
Por fin salía la flamante nave del Arenal que empleaba tres o cuatro horas en rendir viaje a Portugalete.
Si no había contratiempos, como que le faltase agua al churro o que se levantase galerna y trastocase los planes.
La gente iba en la carroza para comer y volver a casa para dormir siempre a favor de marea.
Los chicos de la Pastelería eran asiduos a esos viajes, con buena música haciendo ameno el viaje cantando melodías, que producían mágico efecto en toda la población ribereña.
Se hacía parada en Desierto, donde solía tomarse un ligero «Chirimplin», los pulmones se ensanchaban, los ojos no cabían en sus órbitas y nos hacía estremecer de asombro.
Las traineras en continuo movimiento, las señales del piloto de la barra, las bolas negras del telégrafo óptico que comunicaban el monte Banderas con Bilbao.
Nos sorprendía el habla de la gente de Portugalete que tanto difería de la nuestra, nos hacía pensar que estábamos en otro país.
De la familia de las carrozas la más perfilada y lujosa era la falua de sanidad, destinada exclusivamente a este servicio.
Iba al final de Olaveaga en aquella casa de dos columnas, frente a la cual fondeaban los buques de entrada.
Visitaba a tripulantes y viajeros de aquellos barcos para evitar contagios y trasmisión de enfermedades.
Esa Falua de la Junta Provincial de Sanidad, la más elegante hacia la visita sanitaria por espacio de muchos años, el inolvidable e irremplazable médico Pedro Norzagaray director en medicina y cirugía y concejal del ayuntamiento, acompañado por los intérpretes Francisco Urraza y Dionisio Terrazas.
También los jóvenes del Kurding Club solían organizar fiestas en la ría, allá por los años 1880.
En aquella gabarra adornada con un enorme tablado y una mesa de gran tamaño que la presidía don Terencio, alumbrada con grandes candelabros, llena de flores y rodeada de sus socios con batas, que era de gran efecto y debajo del tablado una cocina, con la cocinera del restaurante Chinostra nada menos.
Con una fiesta deliciosa y una mejor comida, rodeados de barcas, orfeones, música y luces.Don Ramón Real de Asua bailó un aurresku con todos los socios y al pasar por el puente del Arenal fueron ovacionados.
Pero todo cambia, hoy la visita se hace entre muelles, a la misma entrada del puerto donde reside el médico encargado.

En este lugar se veían galeotas, queches gigantescos y holandeses de doble popa que semejaban popas humanas de rollizos seres. Galeota era una galera menor de 16 a 20 bancos con un solo remo en cada banco.
El viaje de Portugalete a Las Arenas ayer triste páramo y hoy suntuoso y poblado barrio a iniciativa de don Máximo Aguirrre que emprendió el saneamiento de la vega de Lamiako.
De las carrozas fluviales pasamos al ómnibus, de la paloma y a los vaporcillos gemelos y de allí al tranvía y luego al ferrrocarril.

En el año 1879 con la navegación a vapor y el servicio de remolcadores apenas se utilizaba este servicio, se utilizaba el camino de sirga por carretera y lo realizaban indistintamente mujeres u hombres.
Pero el progreso avanzaba era el siglo del vapor, gran asombro produjo ver en el muelle del Arenal el primer buque movido por dos ruedas laterales.
El primer vapor que llegó a Bilbao fue en 1851 movido con palas, era de segunda mano y lo compró Joaquín Mazarredo en Bayona (Francia).
Hijo de una acaudalada familia María Josefa Urdaibay casada con Lope García Mazarredo Salazar de Muñatones.
En un principio se le puso el nombre de Manasur , estaba fondeado en el Arenal y hacía excursiones a Portugalete y tardaba 1 hora y 30 minutos y con la marea a favor una hora. Estaba pintado de verde y tenía un toldo donde se sentaban las mujeres.
Costaba una peseta el viaje y llevó en su corta existencia cuarenta mil pasajeros, con una recaudación de cuatrocientos reales al día, facturando 123.242 reales de vellón en total.
El vapor cambió de nombre, por el de Ibaizabal y su fogonero se llamaba Pablo Echevarría y algunos de sus socios o dueños eran Fructuoso José Bolloqui, Gabriel María Ybarra, Alejandro Hormaza y Pedro Antono Errazquin.
En el año 1858 quedó inservible y se compró otro al que se le puso Nervión.
Hubo otros vapores, el Unión, que zarpó del Arenal con 340 pasajeros en dirección a San Sebastián  en junio de 1859. El Comercio que fue botado en el astillero de Glasgow el año 1860 y que hacía la carrera de Bilbao a Bayona, era muy parecido al Unión, la misma estampa, muy largo y con grandes ruedas. Con una cámara de pasajeros  muy cómoda, tardó 92 horas en venir de Glasgow a Bilbao.
El 8 de marzo de 1884 aparece en la ría un pequeño remolcador llamado Luchana, lo compró el señor Román Echevarría y decía la prensa que si cunde el ejemplo, así desaparecerá el triste espectáculo  de las sirgueras, siendo frecuente las caídas a la ría en el desempeño de su labor.
Pudo ser un buen negocio para don Román y un acto humanitario para la sirgueras, pero hubo que esperar algunos años más para ver desaparecida de la ría a esas pobres mujeres, que tuvieron que buscar otros trabajos no menos duros como el de carguera.
Al Luchanita así llamado le siguió el Ezkira con su marinero de brazos giratorios en la punta del mástil de proa y unos toldos para las excursiones fluviales.

La sirga nuestra extinguida sirga, tuvo afinidades y coincidencias con los bateleros del Volga, la sirga tenía un deje de esclavitud irritante, aquellas pobres mujeres desgreñas con el  surco de dolor y de la miseria indeleble en el rostro, remolcadores terrestres de carne y hueso que inmortalizaran su triste recuerdo.

año 1910, la descarga del bacalao en los tinglados de  Ripa
Fondo Gerardo Gutiérrez-Fundación Popular de Estudios Vascos
El Correo.

TIPOS BILBAINOS Las Cargueras:
En Bilbao como en todos los pueblos hay opulencia, medianía, pobreza y miseria.
Vosotros los que habéis visitado paseos públicos y lugares concurridos, no conoceréis quizá la verdad de mi aserto, pero pasad el puente viejo de San Antón y penetrad en esos miserables albergues que componen la antigua Bilbao, y veréis allí confundidos multitud de familias en patios estrechos, húmedos y oscuros.
No obstante es necesario observar para nuestra propia satisfacción que toda esa miseria y corrupción no es nuestra, se la debemos a pueblos menos felices que nosotros, que no pueden contener en su recinto la terrible plaga de pauperismo.
¿Que oficio tienen todos estos habitantes del antiguo Bilbao?
Los hombres son cargueros y las mujeres cargueras.
La carguera nace en todas partes, pero muy particularmente a la orilla derecha del Nervión, en una calle del viejo Bilbao llamada Cantarranas. Su destino es estar cargada, algunas veces de enfermedades, muchas de vino y siempre de miseria.
La carguera se levanta con el sol y no deja su trabajo hasta que aquél se retira.
¡Y que trabajo! Todos los días, todas las horas, le estais viendo, ya con un cesto de bacalao, ya con el saco de arroz, una chirla de canela u otro cualquier objeto que se quiera endosar sobre su cabeza, mediante la corta retribución de cuatro a seis cuartos.
Llegad al muelle un día de descarga y veréis agitarse inquieta una numerosa multitud de estas desgraciadas criaturas; oiréis a lo lejos el murmullo de sus atronadoras voces; todas gritan, todas se mueven, todas accionan con los pies, las manos y cabeza.
Riñen frecuentemente de palabra, con razones no muy corteses y algunas veces de obra, pero entonces lo hacen encarnizadamente y no deponen su enojo hasta ver a su rival bañada en sangre.
Aparece algunas aveces un inofensivo chinel y en el mismo momento cualquiera de los presentes  pone en juego sus pulmones gritando:Agua….Agua… Agua…. que a lo que parece debe ser la abreviación de Aguacil.
Llega el pobre ministril al lugar de la disputa y con voz no muy segura.
Y a usted que le importa, grita una poniéndose en jarras.
Pues está güeno, dice otra, no semos dueñas de arreglar nuestras cosas amistosamente.
¡Amistosamente ! repite asombrado el guindilla.
Pues ya se ve que si, ¡Miren que cosa! un arañazo para armar tanto barullo.
Mi usted señor ministro, si quiere atender sus intereses, deje en paz a la gente tranquila.
Es usted una desvergonzada, respondo el golilla, ahora mismo vienen todas ustedes donde el señor alcalde.
Veremos allí si son tan valientes.
Oiga usted güen mozo ¿En el señor alcalde?. Estoy mariada, no puede ser.
Cara de miseria dice otra, marcha a espulgar los andrajos de tu mujer.
!Jesús¡ ¿Y tiene mujer este saco de güesos?.
Y entonces grita otra ¡ Vamos a limpiar el polvo de su manto!
Y se prestan todas a la cruel operación, que nunca llega a verificarse porque el zarandeado golilla reconoce su impotencia y promete nunca más inmiscuirse en esas amistosas cuestiones.
Pero si la vara de la justicia no asusta a las cargueras, no así la vara del capataz, que es comúnmente una cola seca de buey.
En todas partes se encuentra él blandiendo el arma terrible, que descarga sin compasión, allí donde se asienta el menor preludio de discordia.
Eran famosos los capataces: Morrovi, Picante o Morico y las jefas de cuadrilla la Sañuda, María la Corporala y con menos categoría Pepa Sapur, Siete Delantales, Marilumo, la señorita Caramelo, la Gallarda y Ojo de Perdiz, Francisca la Buena Moza, Paula la Salada y Pucheritos.
Estas mismas cargueras se encargaban de la limpieza y barrido de escritorios y almacenes.
Pero en ellas no es todo lágrimas, el día que hay mas trabajo está mas alegre la carguera, que como ella dice está más caliente el bolsillo.
En el momento de reposo se reunen seis u ocho y las más valientes se proponen echar un trago en la taberna próxima.
Entran y con un vaso en la mano cantan, beben y bailan, olvidan sus miserias y como ellas dicen que son más felices que esas señoronas que se regüelven en sus jaulas de meriñaques.
Dicen que las cargueras vestían bien y entre ellas había lindas muchachitas, hoy no solo, no visten bien, sino que algunas apenas llegan a cubrir sus carnes con miserables harapos.
De entre todas ellas de las que hoy son, no hay ninguna con unas facciones hermosas, todas llevan en su rostro impreso el sello de la miseria y el abandono y las señales de una repugnante depravación.
Por eso las infelices encuentran tan poca simpatía y la miseria va acompañada del vicio.
Ellas descargaban los buques y gabarras, acarreando las bacaladas  o los cestos de sal a los almacenes de Ripa.
Eran mujeres remangadas de brazos, con una mano al cesto , sobre el sorki, en la cabeza, y apoyado en la otra cadera, con el pecho alzado, airosas de cuerpo, nada tardas de piernas.
Eran más famosas que las sardineras de Santurce, formaban parte del paisaje como la ría misma. Sucias de palabras y limpias de camisa, sus riñas y escándalos eran sonados.
Cuando llegaban a las manos se dedicaban términos como, gangarronas, sinsorgas, mamarras, todas estas palabras pertenecían al léxico de los bilbaínos.
Empezaban su ruda tarea de la mañana con el canto a coro de canciones populares que aquí citamos alguna de ellas.
Tomaban un respiro, a primera hora era la «CHICHIPARRA», que era aguardiente para matar el «hestérico»con un pedazo de pan moreno, a las once de la mañana el amaiketako, reposado y con mucho parloteo.
Luego el chiquiteo, el chupis como se llamaba al tinto y al blanco en la taberna de la Parra, la de Rosendo, Cochinón, el Chamizo, de Perana, Trifol y Calandrajos.
La comida de las sardineras y las cargueras solía ser una porrusalda, un buen plato de bacallao en salsa o un guisado de carne con patatas más un pan generoso y un gran vaso de vino tinto.
Al anochecer las cargueras se reunían entorno a la capatasa, para cobrar su salario y recibir las órdenes para el día siguiente.
A ninguna le faltaba gracia, ni ocurrencias para poner en solfa al más pintado, ya que son inaccesibles a las seducciones y la boca la tienen pronta a cualquier contestación o pulla, alusión intencionada o malévola de quién pretenda tantearlas o burlarse de ellas.
Cuando terminaban con su labor de descargar, bacalao, carbón o telas acudían a la estación del tren y se ofrecían a llevar los equipajes, cosa que irritaba profundamente a los maleteros.

En los años 1840, las cargueras tenían restringidos sus sitios de reunión, prohibido estacionarse en ciertos sitios públicos por el continuo bullicio y el lenguaje obsceno que utilizan.
Les han echado de Barrencalle y la Torre, solo les permiten reunirse en el muelle del Arenal.
Ignacia de Zabala Ansorena natural de Amezqueta, Juliana de Elizalde Bilbao nacida en Dima viuda de Manuel Amorrosta, Josefa de Ansorena Gabancho nacida en San San Sebastian. Estas mujeres se ven implicadas en pequeños y variados hurtos, como el de una caja de puros del señor Besga en 1864, una chapa de hierro en una fábrica de tejas y en peleas callejeras.
Durante la primera guerra carlista de Petra Pérez y Manuela Ibarra cargueras de profesión se insinuó que tenían relación con el enemigo.
Manuela Ameiz y Dominga Retuerto, cargueras de Bilbao piden permiso para un viaje a Santiago de Compostela, para cumplir una promesa se supone religiosa.

Aunque llegasen a las manos que si solían llegar, generalmente no pasaba nada, en el simulacro de lucha intervenían las amigas, la «capatasa»con la liquidación de los jornales. Mediante unas lágrimas y las consabidas multas del chinel y vuelta a la descarga y a los cantos de su repertorio habitual nacidos de la musa popular, castizamente bilbainos y apasionados de la vida.
En invierno de 1860 las cargueras siguen peinándose al aire libre, en los sitios más céntricos de Bilbao, se habla también de los baches de la calle Bidebarrieta y que posiblemente que si la nieve escasea nos vamos a quedar sin limonadas en verano.
Esta mañana hemos presenciado en la Ribera el pronunciamiento de las cargueras más escandalosas de nuestros tiempos.
El motivo era la gran cantidad de bacalao que nos ha llegado a Bilbao. Hubo muchas mujeres que se negaron a descargarlo al precio que pagaban el jornal, pero otras aceptaron la oferta, armando entre ellas tal trapisonda y vapuleo que la Ribera se ha convertido en un campo de batalla, mezcladas las cargueras con los aguaciles y el capataz con la verga en la mano atizaba latigazos de los lindo.
El cuadro era animadísimo, el espectáculo ocurrió el 24 de setiembre de 1861 y no ha podido ser más vergonzoso.

Pero en otros países como Colombia, en la montañosa ciudad de Medellín en esos años había cargueras como aquí, algunas con más pujanza que los hombres. Todas ellas eran rechonchas, feas y verdaderas Maritornes, han perdido su sexo débil y bello se han vuelto feas y masculinas.

Adiós, bilbainita, adiós
Adiós, Arenal florido.
Adiós, virgen de Begoña
que aunque me voy no te olvido.

Me han dicho que eres de Ripa,
de Ripa no puede ser,
una chica tan bonita,
en Ripa no puede haber.

Tres calles tiene Bilbao
que no las cuenta Madrid:
Achuri, Bilbao la Vieja
y el Campo Volantín.

Dime, niña por que ploras
y suspiras sin sesar.
Porque suspiras y lloras,
si..no te puedo olvidar.

Descanse en paz
el poeta callejero
que sintió la poesía,
vivió de la lotería
y despreciaba el dinero.
Al revés que Antón Pirulero.

Con el pecho y la cintura
tu talle no tiene par,
morena sietecallera
que vas derramando sal.

Si quieres que yo te quiera
ha de ser con una condición,
que lo tuyo ha de ser mio
y lo mio tuyo no.

Era casi una profesión hereditaria madres, hijas y nietas de cargueras, sin cualificación profesional y que habitaban a las casas ribereñas a la ría, cercanas al Bilbao del angulero, Urazurrutia, Atxuri, Ollerías, mirando a la ría entre cedazos, redes y ropas puestas a secar en los balcones y a unos pasos de la chanelas de la vida pesquera e industrial de aquellos barrios.
Y luego las amigotas cogidas del brazo, eran las mismas que el día anterior habían discutido y peleado, rápidos enfados y fugaces durante el resto de la semana.
En filas irregulares tomaban Ripa, el muelle de la Naja y la Ribera en dirección al puente de San Antón y a la rampa de Barrencalle, alzando sus voces a coro con sus cantos postreros, ofreciendo al vecindario la nota alegre y simpática de esa vieja costumbre.

A las hijas de Bilbao
nos llevan a la Galera(centro de reclusión de mujeres de mal vivir),
no nos llevan por ladronas,
nos llevan por calaveras.

Convento de San Francisco,
quien te ha visto y quien te ve,
antes convento de frailes
y ahora te han hecho cuartel.

Ante las sombras de la noche, queda amortiguado y en suspenso el ruido del tráfico de la villa.
Se reconcentra la villa al arrimo de de sus calles céntricas e iluminadas, las siluetas de los puentes parecen prolongarse y en las frías noches de invierno los anguleros toman posiciones, a lo largo de la vena fluvial, la bordean con la luz de sus faroles.
El 23 de marzo de 1859 a las once y media de la mañana, varias personas se hallaban en el muelle del Arenal y se produjo un dramático suceso entre dos cargueras, que por un quitame allá esas pajas, se zurraron de lo lindo, aparte de los mutuos piropos que acostumbran a decir estas semejantes heroínas.

Feria de ganado en Begoña año 1910, la Sañuda es la más alta a la izquierda,brazos en jarras y cara de
malas pulgas, preparando las pucheras.
Archivo Néstor Basualdo, Fundación Sancho el Sabio.

LA SAÑUDA
Trinidad Sañudo Leñero, más popularmente conocida por la Sañuda, nació en Begoña y fue bautizada el dos de mayo de 1859.
Sus padres Francisco Sañudo y María Leñero Rivas, en el año 1870 les roban una moneda de cien reales y un pendiente, al matrimonio y en el año 1873 María Leñero muere accidentalmente al caerse de un carro.
Trinidad Sañudo se casó el 16 de setiembre de 1877 en San Vicente Mártir de Abando con León Zubía Tobalina.
En el año 1872 era sereno y le pillan de servicio, dormido y en estado de embriaguez, es expedientado.
La pareja León y Trinidad tiene cinco hijos, Florencio, María del Pilar, Petra, Anselmo y Manuela.
La Sañudo era una mujer alta y corpulenta, de aspecto varonil habitual en los muelles de Uribitarte, el Arenal, la Sendeja. Después de largos años desempeñó el cargo de capataz de la descarga de barcos de bacalao.
Esta mujer gozaba de gran prestigio y autoridad entre consignatarios y trabajadoras.
Tuvo alguna actividad política con el partido conservador de Víctor Chávarri, aprovechándose de su prestigio y carisma entre las gentes humildes de Bilbao la Vieja.
Le decían que se había hecho conservadora a la que respondía: conservadora de sus caudales y sus ahorros.
Era una buena cocinera y allí donde había ocasión en los distintos puestos de venta de las romerías, de Basurto, Deusto o Begoña ofrecía sus apreciados guisos y cazuelas al gusto tradicional de Bilbao.
En el año 1898 su marido abre una taberna en Miravilla diez y nueve y diez años después en la calle de la Fuente diez coge en traspaso una taberna-restaurante, tiene algún contratiempo con el ayuntamiento por incumplimiento de los horarios nocturnos.
Su hija Manuela trabaja con su padre en la taberna en 1906 y pasa el restaurante a su nombre, en el año 1912 Manuela traspasa la taberna.
En el año 1930 ya había muerto Trinidad Sañudo y su hija Manuela solicita al consistorio el puesto de venta de comidas y bebidas, durante las ferias de ganado en la campa de Basurto, al fallecer su madre la Sañuda.
Su hermano Florencio Zubia Sañudo en 1911 era policía municipal suplente, pasa algún tiempo después a policía de segunda clase y después de primera.
Le pillan en el merendero de Torre Urizar, estando de baja médica y tiene una amonestación. En el año 1930 se jubila por imposibilidad física, con una pensión anual de 1912 pesetas.

A la Sañuda los comerciantes de los muelles de Ripa, la denuncian en setiembre de 1905 por vender vinos y licores en la vía pública sin la oportuna licencia.
Los periódicos de esa época están salpicados de noticias de pendencias, riñas y escándalos de la Sañuda.
En mayo de 1911, en la calle Laguna una acalorada reyerta entre dos mujeres que tenían antiguos resentimientos.
Una de ellas era hija de la tabernera de la calle de la Fuente Trinidad Sañudo que agredió con un palo a una tal Catalina que vivía en la calle Laguna cinco. A Catalina la curaron en el cuarto de socorro de Marzana y denuncian a la Sañudo.
En diciembre de 1913, en la calle Miravilla Trinidad Sañudo recibió una paliza de dos Antonias, la Garcia y la Izquierdos, le rompieron el pómulo a la Sañudo.
Su estampa era espectacular, alta, aseada, buena planta, todo ello le daba un toque varonil, pues poseía una fuerza descomunal.
Decían algunos que desde la plazuela del Campo Volantín oían las voces que daba en en Uribitarte, cuando descargaban bacalao en los almacenes de Klausen e Hilario Lund.
Tenía una buena voz y cantaba las bilbaínadas que componían Penetre y Trankilo.
Vestía blusa de lino con cenefa en azul, falda azul de satén y alpargatas de esparto nuevas, toquillas de punto a juego con la falda y lucía moño, era la  mas aristócrata de las cargueras.
Los chicos le solían cantar algunas joticas a coro: Con el sortzibederatzi de las cazuelas, tienen el culo gordo las cocineras y en esto la Sañuda es la primera.
La Sañuda tenía preparada una batería de manzanas podridas y trozos de pan duro para arrojarselos a los chavales.

Hubo otras cargueras pero como ella ninguna por eso pasó a la historia, destacando de todas las demás porque las manejaba a las otras cargueras con puño de hierro, brazos en jarras, moño alto y cara de malas pulgas.

En abril de 1917, una tal Trinidad Sañudo joven de 22 años y casada, avisó a Petra Bilbao Martinez alias «la Marquinesa» y según cuenta la madre de Trinidad le hizo cierta operación para ocultar la deshonra de su marido, que estaba navegando.
La joven murió de una infección tetánica y la Marquinesa pasó a disposición judicial. Desconocemos si tiene parentesco con la familia de la Sañuda, puede ser sobrina pero queremos reflejar este dato histórico.

FIN

El puerto de Bilbao como reflejo y desarrollo industrial de Bizkaia 1857-1913 de Nati de la Puerta.
Turismo fluvial de Bilbao al Abra por Camaron 21 de octubre 1956 el Correo.
Las sirgueras de la ría de Imanol Barbería BBK.
Memorias de un bilbaino de José de Orueta.
Cargueras y sirgueras de Bilbao Olga Macías Muñoz.
Las cargueras, tipos bilbaínos de Gabriel Bengoa 20 de abril de 1858.
Las canciones de las cargueras, de Restituto Zorrilla.
Mujeres de cuidado de Imanol Villa, el Correo dos de julio de 2006.
Pasavolantes-Argos, Las Cargueras 5 de abril de 1881.
Recordando a la Sañuda Jon Uriarte-el Correo 17 de agosto 2015.
La Sañuda periódico Bilbao, año 2012 K-Toño Frade Villar.
Historias de tripasais, Ana Vega Pérez de Arrilucea 13 de julio de 2019.
Dokuklik.
Hemeroteca Nacional de Madrid.
Archivo Diputación Foral de Bizkaia.

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